jueves, 30 de agosto de 2012

¡País de sacrificios!


¡País de sacrificios!
                Yo no se a lo largo y ancho de mi vida la de veces que he oído la expresión “este es un país de sacrificios”. Nuestros padres pasaron hambre y sufrieron una posguerra y nuestros abuelos sufrieron una guerra fratricida. Ahora o desde hace un par de años nos machacan con la cantinela de que tenemos una crisis de la que somos autores, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y de que para salir de ella hay que sacrificarse y que es el único camino de salida. El sacrificio, siempre el sacrificio. Parece que es nuestra seña de identidad española. Parece que generación tras generación no aprendemos de nuestros errores; porque que hemos cometido errores sí se reconoce por quienes nos hablan desde los púlpitos políticos; no hacen un análisis inclusivo de su gremio político en esta comisión de errores históricos. Y claro solo es posible salir de nuestra crisis (nuestra porque la hemos creado nosotros!!!) con sacrificios de los ciudadanos. Sacrificios que nos redimirán (nuestros pecados serán perdonados mediante la penitencia de los sacrificios…y, naturalmente con la intermediación de la clase política) ante europa que nos mira con mirada sabia, ellos sí que saben porque han sabido comedirse a tiempo, han planificado con disciplina y han sabido vivir como hormigas y no como las cigarras del sur… Generación tras generación, se nos dice, necesitamos que  se nos oriente, se nos guíe, porque no aprendemos. Por tanto la reprimenda, el castigo y la imposición de disciplina es el único camino por el que debemos transitar los españoles. No aprendemos de nuestros errores!. Y es evidente que también olvidamos nuestros aciertos (haber construido una sociedad democrática procediendo de una dictadura, habernos dado un sistema sanitario basado en la universalidad en la atención y penalizada jurídicamente su denegación, haber reconocido el tantas veces negado plurilingüismo y la variedad cultural de los pueblos de España, haber recuperado la igualdad de derechos de la mujer en una sociedad históricamente machista, haber reconocido el principio de igualdad ante la ley y en el mundo laboral, haber reconocido el derecho de la mujer a su propio cuerpo…el derecho a una jubilación digna y el respeto a nuestros mayores, el reconocimiento de la diversidad funcional de las personas… y un largo etcétera  de más aciertos, y todo esto en un período de tiempo envidiable por lo breve).Pues bien, parece que los sacrificios incluyen la rectificación o eliminación de esos logros. El huracán  de la crisis se lleva por delante muchos de esos derechos que, ahora sí, costaron tantos sacrificios a las generaciones de nuestros abuelos, nuestros padres y nuestros jóvenes que ya están empezando a pagar también por sus pecados, porque parece que ellos son parte activa en la producción de esta crisis y también necesitan un correctivo.
                ¿Dónde está la política que restituya la justicia? ¿Dónde están los políticos que restituyan la ideología y los valores que conlleva? Si el único valor que impera es el de la ganancia económica inmediata, y la economía es la que manda (esto lo dicen hasta los propios políticos, cargados de desfachatez) en nuestra sociedad, ¿para qué necesitamos a los políticos?

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