miércoles, 26 de enero de 2011

¿Crisis o revolución?

Crisis, ¿qué crisis?         

Entendemos por crisis una  coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; si la crisis es profunda y genera cambios profundos se llama revolución. Me gusta esta definición, precisamente porque ella misma es fruto de esta revolución contemporánea (la he tomado de Wikipedia…y ya sabéis lo que esto significa).
Estamos inmersos en un proceso de cambio tal que, según dicen expertos economistas y sociólogos, está generando un nuevo modelo social e incluso un nuevo modelo de vida. A los mayores nos afecta, pese a la apariencia de que vivimos aferrados al presente, porque tenemos hijos, nietos y bisnietos y además porque los mayores tienen algo más importante que el conocimiento, y es la sabiduría (que tiene más valor); y esa sabiduría debería ser tenida en cuenta para la gestación de lo nuevo.
                Las crisis no son males absolutos en sí, también son oportunidades de crecer, de avanzar. Y los mayores tienen mucho que decir. Las sociedades actuales sobrevaloran lo joven, el éxito social, y desprecian al mismo tiempo los valores asociados a las edades avanzadas como el esfuerzo, el trabajo, el ahorro, la responsabilidad ; valoran la inmediatez, el dinero rápido, el consumo como prioridad, y esto tiene consecuencias en la organización de la vida social. Se ha arrinconado a los mayores, se nos expulsa del sistema social. Es cierto que muchos de ellos se conforman con los viajes baratos , el termalismo social, o las tardes de cafetería y dominó (que no es que no esté bien), pero hay otros muchos mayores que demandan una participación social más amplia, queremos ocupar un lugar más activo en la sociedad.
            El crecimiento de la población mayor es espectacular; ver las estadísticas del IMSERSO quita el sueño, pero también nos reafirma en la idea de la necesidad de que en la planificación de las políticas sociales  se cuente con la participación activa de los mayores. Los asuntos de los mayores no pueden ser tratados sin contar ellos, ni tampoco se les puede dejar al margen en la construcción de la sociedad del futuro sin contar con sus aportaciones. Existen personas mayores más activas y organizadas que piensan, trabajan y que, acudiendo a ellas, escuchando sus propuestas, sus contribuciones, ayudarán a sentar las bases para el nuevo mundo que se está gestando.

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