jueves, 29 de septiembre de 2011

Memorial Democrático 23 de abril

                Bueno amigos: hoy he visto algo en la RED que me ha reconfortado  en el sentido de que habla de la realidad, de lo real, lo auténticamente real. En estos tiempos en que lo real es virtual, construido, publicitado, videado; es decir que lo que no es videado  no existe. Vivimos en una realidad falsa, falseada, y ya nadie sabe historia, ya casi nadie sabe quién es, porque no sabe de quién es o de dónde viene. Pues bien he visto lo que me retrotrae a mi juventud, a mis años de formación y a mis comienzos de vida. Por cierto gracias a aquella lucha, a aquella defensa de los derechos ciudadanos gozamos hoy, y no se por cuánto más tiempo, de una sociedad de bienestar y de derechos y libertad. Es una web a la que os invito a visitar, porque constituye un proyecto:

“Nos dirigimos a todas las personas que fueron perseguidas por sus ideas políticas en la universidad,  detenidas,   expedientadas, que se movilizaron de un modo u otro contra la dictadura o se identifican con aquella lucha, invitándoles a incorporarse a este proyecto, a hacerlo suyo y extenderlo. Creemos que queda mucho por hacer y no podemos permanecer adormecidos”.


“Quienes vivimos esa experiencia observamos con perplejidad la proliferación de mensajes tergiversando la naturaleza represiva, antidemocrática y fascista del franquismo, su desprecio por la libertad y los derechos políticos y sociales. También observamos con indignación las reacciones que suscitan los intentos de restituir el honor y el reconocimiento hacia quienes sufrieron la represión franquista, o simplemente saber dónde están sus restos.  La tibieza con que se ha elaborado la Ley de la Memoria Histórica por una parte, y, por otra, las reacciones que suscitan los intentos de aplicarla entre los sectores herederos del franquismo, muestran que aún queda mucho camino por recorrer para compartir una historia plena, en la que podamos mirarnos y reconocernos”.
Yo solo tengo que añadir que sin historia no tenemos identidad, y sin identidad no somos más que “bípedos implumes” con código de barras. Un saludo y suerte, manolo.

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